El motor que impulsa la maquinaria de Tres Estrellas es ofrecer productos de calidad con la máxima seguridad para los consumidores. Todo su esfuerzo y su trabajo se ha centrado en conseguir fósforos que no se enciendan espontáneamente, no se rompan ni se fragmenten al encender.
Lejos queda ya el año 1831, en el que se inventó la caja de fósforos y estos se encendían frotándolos sobre cualquier superficie, con peligros como prenderse solos o con componentes tóxicos en su cabeza. Con la puntera tecnología de Swedish Match, esos problemas son hoy inimaginables.
Todo empezó en 1836, con la primera fábrica en Estocolmo y siguió en 1844, con el invento del profesor sueco Gustav Eric Pasch: una superficie de rascado en el exterior de la caja.
A partir de ahí, todo fue un suma y sigue hasta conseguir la seguridad de los fósforos actuales y la automatización en su fabricación. La marca Tres Estrellas, en inglés “Three Stars“, data de 1887 y se hizo tan conocida por sus colecciones (con motivos sobre las costumbres y gustos locales) que llegó a conocerse como “La Mona Lisa de la Etiquetas”, comercializándose por todo el imperio británico.
En 1865, el ingeniero Alexander Lagerman creó la primera máquina automática de fabricación de fósforos, pasando de la elaboración manual a la industrial. El éxito de estos fósforos traspasó las fronteras de su fábrica en Jönköping ( Suecia).
De las 155 fábricas que se abrieron en Suecia en su momento, en la actualidad sólo están en activo las de Swedish Match en Vetlanda y Tidaholm. Desde 1992, su objetivo es producir un fósforo libre de azufre, hecho con materias primas renovables.